Muestras de materiales compuestos. (Foto: Douglas Hoffman/Caltech)
(NC&T) A principios del 2008, el mismo grupo de Caltech dio a conocer nuevas estrategias para crear aleaciones que tuvieran una dureza y resistencia superiores a las de cualquier otro material viable conocido.
A pesar de esto, existían puntos débiles en las aleaciones presentadas en ese estudio. Como fueron creadas para utilizarse en la industria aeroespacial, entre algunas otras aplicaciones estructurales, necesitaban tener densidades muy bajas, para pesar lo menos posible. Lo ideal habrá sido que las aleaciones hubieran tenido densidades semejantes a las de las aleaciones cristalinas de titanio, con entre 4,5 y 5 gramos por centímetro cúbico (g/Cd). Las aleaciones originales, elaboradas mayormente de circonio, tenían entre 5,6 y 6,4 g/cc, lo que representaba un serio obstáculo para su uso en estructuras aeroespaciales.
Entonces Douglas Hoffman, William Johnson y sus colegas comenzaron a probar con pequeños cambios en los componentes de sus materiales compuestos, consiguiendo al final un grupo de aleaciones con un alto porcentaje de titanio, pero que mantengan las propiedades de las aleaciones de circonio creadas previamente.
A pesar de que se basan en el titanio, estas aleaciones exhiben las mismas propiedades impresionantes que las aleaciones originales de circonio. Siguen siendo duras (o sea, no se agrietan fácilmente) y siguen siendo dúctiles. De hecho, son incluso más dúctiles que las aleaciones que el equipo creó previamente.
Esta nueva composición también dio como resultado una reducción en el costo, pues el circonio es un metal más caro que el titanio.
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