Los televisores han cambiado de modo espectacular. El omnipresente televisor voluminoso, que requería un mueble o parte de él, está siendo reemplazado por televisores tan delgados que pueden ser colgados en la pared fácilmente, como si fuesen cuadros. Mirando con atención el interior de estos dispositivos, se puede apreciar la presencia de finas líneas de conductores y transistores que suministran la electricidad necesaria para encender o apagar los píxeles en la pantalla. Estos circuitos son fabricados capa por capa, usualmente mediante fotolitografía.
En pocas palabras, el proceso se basa en cubrir la superficie entera con las materias primas para construir los circuitos y, paso a paso, ir retirando todo lo que no sirve, hasta dejar sólo los circuitos, que a menudo ocupan una ínfima parte del espacio originalmente embadurnado de materiales.
Como es obvio, una clara desventaja de este modo de trabajar es que sólo se utiliza una pequeña fracción de los materiales depositados. Un método más económico y eficiente es depositar el material imprimiendo sólo en los lugares en los que realmente se le necesitará más tarde.
Ya hay circuitos impresos por este método directo. Sin embargo, sus propiedades eléctricas no pueden competir con las de los elaborados mediante el método tradicional, que permite usar materiales por ahora más eficaces que los utilizables en la impresión directa.
Unos investigadores en el Instituto Fraunhofer de Tecnología de Dispositivos y Sistemas Integrados, en Erlangen, han apostado ahora por un nuevo y ambicioso proceso, que permite imprimir circuitos usando una impresora de chorro de tinta parecida a las presentes en cualquier oficina, y emplear al mismo tiempo materiales que no resultaban hasta ahora una opción fácil para esta manera de fabricar circuitos.
La clave de este nuevo proceso está en la tinta, hecha de nanopartículas y que se vale de la adición de un estabilizador para evitar que se agrupen indebidamente formando grumos.
La nanotinta ha superado las primeras pruebas de impresión y los investigadores estiman que dentro de aproximadamente un año ya serán capaces de imprimir con ella circuitos que desempeñen funciones simples.
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