(NC&T) Martin Wikelski, biólogo en el Instituto Max Planck para la Ornitología en Radolfzell, ha empleado en diversas ocasiones transmisores para observar a varias especies de animales, como aves, tortugas, libélulas y murciélagos, a lo largo de sus rutas migratorias. Sin embargo, la migración de las mariposas monarca, que cubren miles de kilómetros todos los años en su viaje entre los Grandes Lagos, en Canadá, y el territorio de México, nunca antes había sido estudiada usando esta tecnología. Un equipo de National Geographic acompañó a los científicos para documentar el proceso de rastreo para su película "La ciencia de la Migración", que se quiere estrenar en 2010.
Con Wikelski también ha colaborado Chip Taylor, director de la organización Monarch Watch, cuya sede está en la Universidad de Kansas.
El procedimiento que los miembros del equipo han seguido para rastrear mariposas es el siguiente:
A cada mariposa capturada se le da primeramente una cantidad de alimento adecuada para dotarla de suficiente fuerza como para transportar el diminuto transmisor. Después de liberar a la mariposa, los investigadores siguen su señal. En el primer experimento, tal como los científicos esperaban, ésta voló en dirección norte-nordeste, y cubrió una distancia de 18 kilómetros. La mariposa monarca fue localizada, primero desde la aeronave y luego desde un automóvil, y liberada de su peso extra.
Mariposas monarca
Instalación de un transmisor. (Foto: MPI for Ornithology, Radolfzel / Carrie Fudickar)
La mariposa monarca es la mejor conocida entre las especies de mariposa migratorias. Cada año, en Marzo, millones de individuos vuelan en grandes enjambres desde las montañas de México en dirección al norte. Para Abril, ya han alcanzado el Río Grande, en la frontera estadounidense, donde cada hembra suele poner el primero de unos 400 huevos.
En su fase de oruga, se alimentan de tártagos venenosos, que las hacen inadecuadas como alimento para las aves, sus depredadores naturales. El color llamativo de las alas de estas mariposas actúa también como una señal de advertencia para otros animales.
En los primeros días de Mayo, las mariposas han llegado a Texas, donde el peligroso y agotador viaje de esta generación termina con la muerte. El viaje, sin embargo, es continuado por la siguiente generación. Esta segunda generación llega entonces a las latitudes de la ciudad de Washington. Los nietos de las mariposas que pasaron el invierno en México fecundan y depositan sus huevos en Pensilvania, y luego en los Grandes Lagos en Canadá.
Por último, los insectos adultos de esta generación consiguen una hazaña increíble: Con las condiciones adecuadas, cruzan el Lago Erie y recorren luego los 3.600 kilómetros hacia el sur para llegar otra vez a México en las postrimerías del otoño.
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