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miércoles, 9 de febrero de 2011

Auroras boreales en ambos polos de la Tierra


En el año 1962, mientras detonaban una serie de bombas atómicas sobre el archipiélago de Samoa, el ejército de EEUU comprobó que las explosiones nucleares en alta atmósfera no sólo interrumpían temporalmente las comunicaciones, sino que generaban auroras artificiales que se extendían y reflejaban a lo largo de la magnetosfera. Uno de los fenómenos que escapaban en aquel momento a su comprensión era la presencia de auroras boreales casi simultáneamente en el hemisferio opuesto y muy lejos de la explosión. ¿Por qué se producían aquellas auroras "paralelas"? ¿Cómo viajaban las partículas por el campo magnético de la Tierra?

Apartir de aquellas primeras pruebas, el ejército comenzó una línea de investigación sobre las auroras y realizó diversas pruebas a lo largo del planeta, desde el ecuador hasta Virginia o la lejana Alaska. Los científicos tenían la sospecha de que las auroras polares, boreal y austral, se producían de forma simultánea en ambos polos, pero el fenómeno no se había podido confirmar. Una de las primeras sospechas surgió al contrastar los diarios del capitán Cook, que registró por primera vez el fenómeno en septiembre de 1770 mientras exploraba el pacífico Sur, con las cartas de un chino llamado Qing-shigao, con los datos del almanaque chino de la dinatía Qing, que hablaba del mismo fenómeno en la misma noche que Cook pero en distinto hemisferio.

Para salir de dudas, en 1967 la National Science Foundation decidió enviar una misión estudiar aquella presunta "conjunción" y envió a varios científicos, entre los que se encontraba Neil Davis, el "fabricante de auroras" del que os hablé en lainformacion.com hace unas semanas y que relata en su libro "Rockets over Alaska" (Cohetes sobre Alaska) aquel primer experimento para comprobar las diferencias entre las dos auroras polares.

En la primavera de aquel año 1967, cuenta Davis, él y varios miembros de su equipo del Instituto de Geofísica montaron cámaras e instrumental de medición en dos aviones y los enviaron a volar a los extremos de los dos hemisferios. El primer avión voló hasta Anchorage, en Alaska, y el segundo sobre la localidad neozelandesa de Christchurch, viajando simultáneamente y comunicándose permanentemente con el mando central, en una de las primeras transmisiones vía satélite.

"El esfuerzo fue muy exitoso", relata Davis, "porque descubrimos que las auroras en los dos hemisferios eran altamente simultáneas- de hecho, eran una espejo de la otra". En la siguiente primavera enviaron otras cinco misiones y comprobaron que algunas auroras estaban tan sincronizadas en ambos hemisferios que apenas presentaban una diferencia de 0,1 segundos en su entrada a la atmósfera. "El hallazgo tenía implicaciones importantes para entender la naturaleza del fenómeno", dice Davis, "porque indicaba que lo que fuera que estuviera creando variaciones, estaba actuando en la magnetosfera más que en las dos ionosferas polares".

Aquella fue la primera vez que se registraba experimentalmente el fenómeno que más tarde se confirmaría gracias a las imágenes tomadas por los satélites. En el año 2001, la Nasa filmó la entrada de dos auroras boreales simultáneamente en ambos polos y confirmó definitivamente la teoría de la conjunción. Las partículas procedentes de los vientos solares se mueven a través de la magnetosfera en ambos sentidos y penetran en los polos casi a la vez. Estas partículas chocan con los átomos de oxígeno y nitrógeno de la atmósfera y provocan la reacción luminiscente que tan buenos momentos han dejado en las retinas de los exploradores polares (ver detalles).

Estudios posteriores han encontrado algunas excepciones, según el tipo de aurora (discretas o difusas), pero hoy conocemos el fenómeno con bastante certeza e incluso hemos observado cómo en otros planetas, como Saturno, también se producen auroras simultáneamente en ambos polos. ¿Son exactamente simétricas ambas auroras? Ahí es donde el equipo de Davis patinó un poco (recordad que hablaba de auroras espejo), ya que entran en juego otros muchos factores relacionados con las corrientes y las estaciones. En 2009, un par de investigadores de la Universidad de Bergen, en Noruega, publicaron en Nature un estudio que demostraba que las auroras no son simétricas y que variaban sobre todo en intensidad.

Aún así, sigue habiendo un hecho cierto sobre el que me gusta fantasear: si un día tenemos el privilegio de contemplar una aurora sobre los cielos del polo norte, podemos estar bastante seguros de que en el otro extremo del globo alguien puede estar viendo una aurora hermana, puede que menos intensa, centelleando sobre el cielo austral.

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