Son las seis de la tarde cuando las víctimas del más reciente colapso económico de Japón empiezan a llegar al café Manga Internet. Entran en fila como un equipo deportivo recién derrotado que lo único que quiere es salir de la cancha y olvidar lo que pasó. Los clientes del Manga --todos hombres, la mayoría de edad mediana-- pagan, uno a la vez, los alrededor de nueve dólares que cuesta rentar una computadora y una cabina toda la noche; se quitan los zapatos y se dejan caer en los cubículos.
EL UNIVERSAL
Pocos se molestan en fingir que navegan por internet antes de dormirse en una de las sillas secretariales baratas que se convertirá en su cama por esta noche.
"Me enteré por una conversación. Cuando no tienes mucho dinero, los cafés internet son el lugar más barato donde puedes pasar la noche bajo techo", indicó Kimiaki Takimoto, un ex empleado de Nissan Diesel de 46 años que recientemente pasó varias noches en otro café internet en el mismo vecindario de Tokio donde está el Manga.
Como ofrecen a sus clientes un techo sobre su cabeza, así como una conexión de correo electrónico con el mundo exterior y con ello posibles ofertas de trabajo, los cafés son vistos como un paso social por encima de vivir en las calles de esta ciudad, una de las más caras del mundo. Algunos cafés han empezado a aceptar su nuevo papel como refugios de facto para los desamparados, vendiendo pantuflas baratas y fideos instantáneos además de tiempo en línea.
Incluso antes de que la segunda economía más grande del mundo empezara su impresionantemente rápida caída el otoño pasado, el gobierno estimaba que había más de 5 mil japoneses viviendo de tiempo completo en cafés internet. Ahora, según empleados del establecimiento, todos los 80 cubículos del Manga, uno de los 600 cafés que se estima hay en Tokio, están "reservados" la mayoría de las noches.
Muchos de los que van a dormir son personas como Takimoto, trabajadores por contrato que perdieron su empleo en las últimas semanas o meses al tiempo que la crisis económica global azotó a Japón, que depende fuertemente de las exportaciones.
Debido a que muchas compañías japonesas proporcionan a sus trabajadores un apartamento o dormitorios cerca de la fábrica, muchos de los despedidos perdieron también su alojamiento el mismo día o poco después. Como resultado, no sólo los cafés están repletos de nuevos desempleados, sino que ciudades informales de tiendas de campaña han brotado en muchos de los parques de la capital.
Aunque en la mayoría de los distritos de Tokio se registra una buena actividad económica, el creciente número de desempleados y gente sin casa son sólo la señal más obvia de un pesado malestar que pende actualmente sobre la que por mucho tiempo ha sido una de las sociedades más ricas y de mejor funcionamiento del mundo.
A lo largo de varios meses ya, Japón ha registrado una serie de cifras macroeconómicas cada vez peores. En una base anual, la economía se encogió 12.1% en los últimos tres meses de 2008, en lo que es por mucho el peor golpe para un país en ese rubro. Luego las exportaciones se hundieron un asombroso 45.7% en enero.
Aunque la tasa de desempleo de 4% es baja en relación con otros países occidentales, para Japón es históricamente alta, y algunos analistas consideran que podría alcanzar la cifra sin precedentes de 6% antes de finalizar el año. Casi nadie espera una recuperación a corto plazo y algunos observadores calculan que 2 millones de japoneses más podrían quedarse sin trabajo para finales del 2009.
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