'Glonass', la respuesta rusa al GPS de EEUU

DANIEL UTRILLA

MOSCÚ.- Vladimir Putin ha decidido atar en corto a Koni, su perra labrador, con una correa invisible de 19.000 kilómetros de largo. Con el mismo afán pionero que demostró la perrita Laika cuando fue lanzada al espacio en 1957, la mascota del primer ministro ruso se ha prestado como conejillo de indias para llevar un collar con un localizador Glonass, siglas en ruso de Sistema de Navegación Global por Satélite, alternativa rusa al GPS norteamericano y al Galileo.

La entrega del collar escenificó el pistoletazo de salida de un proyecto que quedó en el aire tras la desintegración de la URSS y que ha desempolvado la era Putin con una inversión millonaria. Si entre 2006 y 2007 Moscú invirtió 560 millones de dólares para impulsar el proyecto en su recta final, en el periodo 2008-2009 se invertirán 69 millones de dólares en el lanzamiento de los últimos satélites.

El sistema Glonass se sostiene sobre una red de 24 satélites de localización situados en órbitas de 19.100 kilómetros de altura (un poco más bajos que el GPS) y repartidos en tres planos orbitales con ocho satélites en cada uno. La flotilla de satélites emite dos señales de navegación que permiten determinar la posición exacta de sus receptores en tiempo real.

En la ceremonia de entrega del collar a Koni, Yuri Urlichich, constructor general del Glonass, precisó que los receptores de localización no sólo serán útiles para los conductores (su aplicación más extendida), si no también para cazadores y buscadores de setas, dos de los deportes nacionales que más jugo podrían sacarle al sistema de localización en caso de extravío. Urlichich añadió que el sistema será aplicable al transporte de cargas muy peligrosas o para trabajar con animales.

El sistema ya es funcional y unos 20.000 receptores están operativos en el ámbito civil. Otra remesa similar ha sido adquirida por el ministerio de Defensa, que de esta manera podrá prescindir del GPS que venía usando hasta ahora. Las restricciones de precisión del Glonass (que eran de unos 30 metros para uso civil) fueron suprimidas en 2007, lo que le iguala en prestaciones al GPS.

El lanzamiento del Glonass estaba previsto para este año, pero en enero sólo había 13 satélites operativos y los receptores aún no habían salido al mercado, lo que llevó a Ivanov a apretarle las tuercas públicamente a Roskosmos, la Agencia espacial rusa.

Las guindas del pastel

Según Ivanov, de aquí a final de año deberán estar operativos 21 satélites, suficientes para cubrir hasta el último rincón de los más de 17 millones de kilómetros cuadrados que abarca el territorio ruso. Para 2009 está previsto que su cobertura sea global con el lanzamiento de tres últimos satélites de tercera generación Glonass-K, guindas de un pastel largamente deseado por la nueva Rusia, que no quiere que la miren por encima del hombro y mucho menos en las capas más altas de la estratosfera.

Moscú quiere encontrar de nuevo su antigua posición en el mundo y el Glonass puede serle útil en esta tarea. No en vano, el Kremlin acaba de plantear a Cuba y Venezuela la posibilidad de explotar conjuntamente el sistema Glonass con la creación de un sistema mixto de procesamiento de datos (además de ayudar a La Habana a construir su propio centro espacial con una base de lanzamiento de satélites). Este movimiento puede entenderse como una respuesta de Moscú al polémico escudo antimisiles que Estados Unidos quiere plantar en Europa del Este.

El proyecto Glonass fue planificado por el gobierno soviético en los años 70 y los primeros satélites se lanzaron en 1982. El sistema debía estar operativo en 1991, pero ese mismo año se desintegró la URSS, terremoto geopolítico y económico cuya onda expansiva se dejó sentir en el espacio. Aunque el proyecto siguió adelante, en 2002 sólo había operativos ocho satélites Glonass y Moscú se resignó a ver cómo el GPS norteamericano le adelantaba en esta nueva carrera espacial.

El relanzamiento del sistema Glonass gira ahora parejo a la resurrección del sector espacial ruso, que alcanzó su momento más bajo con el hundimiento de la estación orbital Mir en el Pacífico en 2001. Ese mismo año comenzó a reflotarse el sistema Glonass por orden de Putin.

Durante su visita la semana pasada a una fábrica de satélites en Kranoyarsk (Siberia), Putin anunció que de 2009 a 2011 Rusia invertirá en la industria espacial una partida del presupuesto estatal de 5.600 millones de euros. La crisis aún no se deja notar en el espacio exterior.